Sin adentrarnos demasiado en estos temas, pero intentando
dar un poco de sentido a lo que podamos encontrar en Japón voy a hablaros hoy
un poco del mito de la creación japonés. Al menos tal y como lo describe la
tradición sintoísta.
Algo a tener en cuenta y que ya comenté en el apartado
dedicado a los templos, es que el shinto o sintoísmo es una religión originaria
y propia de Japón. Una religión de tipo animista sin dogmas especiales, libros
o escrituras. Es una religión que cree en la existencia de dioses y espíritus,
y quizás antes de seguir habría que insistir en un detalle que a menudo causa
confusión entre los profanos, y son los nombres o mejor dicho: las
traducciones.
El sintoísmo venera a los kami (神)Un término que suele traducirse como “dios”,
y aquí está el problema ya que en realidad se trata de un concepto muy
diferente. Solo en el mito de la creación japonesa aparecen “dioses” tal y como
los entendemos en occidente y mas concretamente en las tradiciones
judeocristianas.
Existen en los mitos y leyendas japonesas sin
duda “dioses” que podemos identificar con fuerzas de la naturaleza como el sol,
la luna o los océanos. En ese sentido estos no son diferentes a los dioses de
la mitología griega, romana o egipcia por citar solo unos pocos. No obstante
muchos templos están dedicados a “dioses” de otro tipo que pueden o no tener
una representación antropomórfica y que a menudo se relacionan con ríos,
montañas e incluso a personas que han sido elevadas a esa categoría. El
sintoísmo cree que literalmente cualquier persona, animal o lugar pueden tener
un espíritu, y este puede llegado el caso ser elevado a esa categoría y recibir
veneración. Incluso pueden recibirla y
de hecho lo hacen los espíritus de los propios antepasados. Existen varias
ceremonias y festividades que rinden culto a sus propios ancestros (por ejemplo
el Obon) y no es raro que en muchas
casas particulares haya pequeños altares con parte de las cenizas de sus
familiares a los que rezan regularmente y dejan pequeñas ofrendas para
agradecerles que velen por ellos. Tampoco es raro que algunos personajes sean
elevados a esa categoría, por ejemplo los emperadores Meiji que tienen un gran
santuario en medio de Tokyo dedicado a ellos o Ieyasu Tokugawa que tiene no
uno, sino numerosos templos dedicados a su memoria (los conocidos como templos
toshogu).
Otro inciso es que el mismo origen de la
palabra “shinto” proviene del chino, no del japonés y quiere decir literalmente
“camino de los dioses”.
El mito aparece registrado por primera vez en
forma escrita en el Kojiki (古事記) recopilado en el año 702 y nos
muestra que el mundo apareció como una masa informe sin luz ni sonido. Con el
tiempo digamos que se diferenció por pesos, quedando arriba la luz, debajo el
aire y debajo la tierra o Takamagahara: la “Alta llanura del Cielo”. Debajo de
este estaría el mundo terrenal aún informe conectado con la tierra celestial
por un puente. De hecho en los ritos sintoístas se llama a los dioses para que
bajen desde el Takamagahara a un contenedor (como un espejo) dentro del recinto
purificado de un templo durante algunas ceremonias.
En este punto aparecen una serie de dioses, de
hecho varias generaciones de dioses que la verdad, aparte del nombre que se
puede asociar con ciertas facetas del mundo, son desconocidos incluso para el
japonés medio. Así hasta que llegamos a la última generación de estos dioses
primordiales y encontramos a una pareja de hermanos, los mas jóvenes de diez
dioses denominados Izanagi e Izanami.
Estos diez dioses se reunieron para decidir que
hacer con el mundo terrenal, y decidieron que la pareja mas joven se ocupara
del trabajo. Ambos fueron al puente “Ama no uki hashi” que conectaba ambos
mundos, y usando una lanza llamada Ame-no-nuboko la introdujeron en esa masa
informe y al levantarla apareció el agua. Tras el agua parte de esta se
convirtió en tierra y apareció la primera isla de Japón: La isla de Onogoro.
Esta isla es un lugar mítico, pero se la asocia
a veces con parte de la isla de Awaji. Una pequeña isla (592 Km2) que se
encuentra cerca de Kobe, en el mar interior de Seto
Posteriormente en esta isla construyeron un
altar con una columna rodeada de una sala. Alrededor de la columna ambos dioses
dieron una vuelta alrededor de la columna, cada uno de ellos en una dirección.
Tras ello hablo primero Izanami y luego Izanagi.
Tras ello tuvieron dos hijos, pero ambos defectuosos.
Preocupados acudieron al cielo a consultarlo con los demás dioses, y estos
decidieron que esto ocurrió porque primero hablo la mujer, y no el hombre (eso
dicen las leyendas, a mi no me echéis la culpa). Volvieron a intentarlo y
engendraron la isla de Awaji, y posteriormente las islas de Honshu, Shikoku, Kyushu, Oki, Sado, e Iki.
Posiblemente si buscamos un poco encontraremos
que estas islas se corresponden efectivamente con parte de Japón, pero no
aparecen ni las islas de Okinawa ni Hokkaido. Claro que esas islas no formaron
parte de Japón hasta varios siglos mas tarde y posiblemente eran muy poco
conocidas o incluso desconocidas en esa época.
Tras la creación del mundo (o de Japón al menos
que a efectos míticos era lo mismo) esos dos dioses dieron nacimiento a “miles
de dioses”. No obstante Izanami muere durante este proceso. Aquí la leyenda nos
muestra como Izanagi intenta recuperar a su hermana y esposa del reino de los
muertos, fracasando en el intento (se puede ver el paralelismo con otros mitos
como el de Orfeo). Tras ello Izanagi dará nacimiento a tres dioses que ya
podemos considerar “los populares” dentro de la tradición japonesa
Por su ojo izquierda nacerá Amaterasu Ōmikami (en
algunas versiones de su vientre). La diosa del sol, antepasada de la casa
imperial y posiblemente la diosa mas venerada de Japón. Su templo en Ise es
considerado el mas sagrado del país al que peregrina incluso la familia
imperial. De hecho durante siglos la suma sacerdotisa del templo debía de estar
emparentada con la familia imperial. La actual suma sacerdotisa de hecho es Sayako
Kuroda que es hija del actual emperador, aunque técnicamente no está conectada
con la familia imperial por motivo de matrimonio.
Por su ojo derecho nació Tsukuyomi-no-mikoto
(en algunas versiones de un espejo de cobre). El dios de la Luna es menos
conocido aunque tiene algunos santuarios. Según las leyendas asesinó a Uke-Mochi-No-Kami
que era la diosa de la comida dando lugar al ganado y a los cereales entre
otros alimentos. Su hermana se disgustó tanto que desde entonces el sol y la
luna nunca se encuentran.
De su nariz nació Susanoo-no-mikoto. El dios de
del mar, las tormentas y las batallas. Todo un personaje, un elemento que dio
lugar a muchas leyendas, algunas bastante divertidas en la que este dios hace
una trastada tras otra que ya comentaremos en alguna ocasión. Actos que le
llevaron finalmente a ser expulsado de los cielos a la tierra, donde lejos de
corregirse surgirán nuevas leyendas mostrando su tremendo mal genio. Hay un
templo dedicado a esta deidad: el templo Taegaki cerca de Nagoya. Al estar
dedicado entre otros al Susanoo que era el dios de las batallas, ha recibido a
lo largo de los siglos donaciones de conocidos guerreros incluyendo a Nobunaga,
Hideyoshi y Tokugawa.
No quiero extender la entrada mas allá de lo
necesario, veremos en otra ocasión el origen del mito de la desaparición del
sol (comúnmente asociado a los eclipses) y algunas “trastadas” de Susanoo así
como otros mitos y leyendas. Campo en el que la cultura japonesa es muy rica y
lamentablemente poco conocida en occidente