El periodo Heian transcurre entre el año 794 y el 1185 y es
un punto de inflexión dentro de la historia de Japón. De una forma un poco
grosera, como pudiéramos decir pintando la historia a brochazos podríamos
dividir la historia en tres partes. La que precede a Heian que sería el “Japón
antiguo”, luego el “Japón feudal” o medieval si os gusta mas, y luego
llegaríamos a épocas mas modernas. El periodo Heian es uno de esos puntos donde
la historia cambia paulatinamente entre una época y la siguiente.
Este periodo es conocido como una época de gran
esplendor. Las artes florecen con la aparición de grandes obras de pintura,
literatura, edificaciones y otras expresiones artísticas. La corte imperial
alcanza un esplendor sin precedentes y en paralelo se produce un
empobrecimiento generalizado en el país. Kyoto será capital imperial durante
mas de mil años. Aparecerá esa clase tan conocida en occidente: Los samurái.
Todo el refinamiento y elegancia de esa corte, esa paz desaparecerá a su
término dejando a Japón sumido en guerras durante siglos. En contraste a lo que
vendrá mas tarde, Heian es un periodo de paz como su propio nombre indica
(Heian “平安” se traduce literalmente como paz)
La corte imperial en Kyoto se diseñó como la de Nara con
una fuerte influencia china en su planificación y arquitectura. Su nombre “京都市”
quiere decir literalmente “ciudad capital”. Su nombre ha variado levemente
dependiendo de cómo se leía. Además de “Kyo” también fue llamada “Miyako” o
“Kyo no Miyako” (sede del palacio imperial) e incluso como Saikyō o “capital del oeste”. Esta ciudad milenaria
conserva innumerables restos de este periodo y posteriores. Dicen algunos que
toda una vida no basta para conocer esta hermosa ciudad. Tiene mas de 2000
templos, palacios y jardines y a día de hoy tiene 17 ubicaciones que son
consideradas patrimonio de la humanidad.
Kyoto no sufrió bombardeos en la
segunda guerra mundial y aunque se consideró por parte de los militares como un
posible objetivo para la primera bomba atómica, el secretario de defensa Henry
Stimson defendió que fuera excluida acudiendo incluso personalmente al
presidente Truman para ello. Los motivos no están claros, pero el valor
cultural de Kyoto a nivel universal está fuera de toda duda.
Como ocurrió anteriormente, el
poder real del emperador seguía siendo puramente nominal. La poderosa familia
Fujiwara caso a varias de sus hijas con varios emperadores para asegurarse el
poder efectivo. Sucesivas campañas militares completaron casi por completo el
dominio sobre la isla de Honsu persiguiendo a los últimos restos de la etnia
emishi en el noroeste de la isla y técnicamente todo el país estaba bajo el
dominio del emperador (un dominio un tanto limitado en el mejor de los casos).
Claro, una corte de gran esplendor
implica mucho dinero, y lamentablemente los Fujiwara y otras familias como los
Soga que detentaban el poder centraban su atención en Kyoto y su corte. Los
gobernadores de las diferentes provincias tenían una gran autonomía y debían de
defender ellos mismos sus dominios. Esto dio origen a una cultura basada en la
filosofía del “bushi” que dio origen a la casta samurái. Estos señores debían
de contar con el favor de la corte, pero tenían una gran independencia. El país
se empobreció paulatinamente a la par que la seguridad de sus ciudadanos lejos
de la gran capital decaía. Todo esto llevó finalmente a la aparición de señores
que mantuvieron ejércitos privados de samurái (los que sirven) y eventualmente
a la decadencia y caída del poder de la corte. La corte constaba de unas cinco
mil personas viviendo en lujo frente a una población que se estima en unos
cinco millones de personas para esa época. Sobre el año 1000 ni siquiera se
emitía moneda y la incompetencia burocrática dejó al país en manos de los
diferentes señores feudales.
Pero esto estaba aún por llegar.
Mientras tanto la corte floreció en diversas artes. La aparición de los
silabarios katakana (basado en kanjis chinos) e hiragana (usado
mayoritariamente por mujeres en esa época) permitió por su comparativa
sencillez respecto al kanji que la alfabetización fuera mucho mas abundante.
Pensemos que aunque a un occidental los kanas les parezcan a menudo “garabatos
incomprensibles” son mucho mas sencillos de aprender. A día de hoy los kanas no
llegan a 100 para producir los sonidos del idioma japonés (y muchos son
variaciones de los mismos y algunas combinaciones). Por el contrario los kanji
son literalmente miles. Cualquier persona puede aprender a leer hiragana y
katakana en unos días sin demasiado esfuerzo, mientras que dominar los kanji,
incluso solo los “oficiales” que son los que teóricamente deben usarse
únicamente puede llevarle años. La aparición de los silabarios produjo una
explosión cultural que nos ha dejado obras como “El libro de la almohada (枕草子 Makura
no Sōshi) de Sei Shōnagon (este nombre posiblemente no sea mas que un título
protocolario) que es un diario cotidiano de la vida en la corte. También de
esta época es uno de los poemas mas famosos del país: El Iroha que usa todos
los kanas del silabario una vez y que durante siglos ha sido usado como ayuda nemotécnica
y como orden para los kanas (no se ordenan tradicionalmente como los sonidos
occidentales).
Es también de este periodo una de
las obras mas famosas de la literatura antigua japonesa: El Genji Monogatari (源氏物語). Considerado por algunos autores como por ejemplo Jorge
Luis Borges como la primera novela de la historia. Escrito por Murasaki Shikibu
(紫 式部) que
podríamos traducir literalmente como “Dama Murasaki” (murasaki quiere decir
“púrpura”) y que narra la historia de un “príncipe resplandeciente” en la corte
Heian desde su infancia hasta su muerte. Una obra que podríamos comparar en
importancia e influencia con “El Quijote” en la lengua española. Obra que debo
añadir es de lectura complicada por la costumbre de la época de nombrar a las
personas no por un nombre, sino por métodos indirectos como la calle donde
tenían su palacio y otras figuras similares. Es una obra que aún con la
dificultad que entraña ocasionalmente es tremendamente interesante e ilustra
muchas de las particularidades de la cultura de ese periodo.
En esta época se ambienta también
uno de los cuentos folklóricos japoneses mas antiguos que se conocen: El cuento
del cortador de bambú que muchos conocen como “El cuento de la princesa Kaguya”
En la corte imperial la belleza primaba sobre la
honradez. El canon de belleza de la época es muy diferente al actual, y sobre
todo en las mujeres era bastante complejo. Las caras debían de ser empolvadas
de blanco con polvo de arroz, mejillas y labios en rojo. Cejas pintadas en lo
alto de la frente, melenas largas y lustrosas y extrañamente ambos sexos se
tintaban los dientes de negro con una mezcla de hierbas y vinagre. Esta
costumbre perduró durante siglos y se eliminó casi por completo en el siglo
XIX. Actualmente esta costumbre solo aparece actualmente en algunos festivales,
en teatro kabuki y en la ceremonia en la que un aprendiz de geisha pasa a tener
ese estatus definitivo.
El ropaje de la época tampoco es lo que solemos asociar
con el Japón tradicional. La vestidura masculina se inspiraba en buena medida
en la china y coreana. Hasta los colores de la ropa estaban reglamentados para
diferentes clases. Las mujeres llevaban múltiples capas de ropa, llegando hasta
20 capas lo que supongo debería de limitar bastante su movilidad, pero dado que
en la corte las mujeres prácticamente nunca abandonaban sus residencias, y
cuando lo hacían era en carruaje cubierto o palanquín tampoco debería de ser
tan importante.
Añadamos a todo esto, que las construcciones seguían
siendo casi en su totalidad de madera. Suelos de tatami, paredes bastante
delgadas y grandes salas con biombos creando las separaciones. Los fuegos eran
escasos y limitados por lo general a las cocinas. En invierno esas capas de
ropa debían de ser útiles desde luego.
La vida en la corte era muy ceremoniosa. Las relaciones
entre personas de sexo opuesto eran bastante limitadas. Las damas no salían
casi nunca de palacio, e incluso tras ser presentadas formalmente por lo
general se ocultaban tras una celosía o persiana para hablar con sus
pretendientes, y siempre con una tercera persona presente. Las cartas eran un
elemento importante de comunicación, donde detalles como la tinta, el tipo de
papel, la caligrafía con la que se escribían, el perfumado del papel e incluso
como se doblaba la carta eran elementos importantes. Es esa época floreció la
poesía y era considerado de buena educación hablar haciendo referencia a poemas
famosos. Durante esa época se llegó al extremo (narrado en el libro de Genji
entre otras fuentes) de considerar el cuerpo humano desnudo como algo
desagradable.
En el terreno religioso el budismo siguió adentrándose en
Japón. Principalmente de la mano de dos sectas esotéricas: La secta Tiantai que
toma su nombre de una cadena montañosa de la provincia china de Zhejiang y por
otro lado la secta shingon tendai que tuvo mucha influencia en la corte
imperial por su poesía, escultura, caligrafía y otras artes. Esta secta tiene
su representación mas importante en el monte Koya que se encuentra en la
prefectura de Wakayama al sur de Osaka y es un popular destino turístico.
Considerado patrimonio de la humanidad
tiene mas de cien templos de singular belleza. Otro centro de esta secta
que ya comentamos anteriormente fue el monte Hiei.
Durante este periodo se inició un corriente pictórica
conocida actualmente como Yamato-e. Literalmente eso quiere decir “pintura
japonesa” (大和絵). Es común que diferentes estilos en japonés tengan un nombre y
la “e” después que no es mas que una de las pronunciaciones del kanji “絵”. Como veremos en su momento hay corrientes
como el “Ukyo-e”, “Kara-e” y otras.
Este estilo
propio, inspirado en las obras de la dinastía Tang generalmente muestran
escenas de la naturaleza o de lugares famosos acompañados de pequeñas
descripciones. Generalmente pensados para ser colgados de las paredes (algo que
se hace aún hoy en día y se denomina “kakemono”) . También se usaban en biombos
o puertas correderas o también en rollos que narraban diferentes historias, a
menudo asociadas con poemas waka. Lamentablemente se conservan muy pocos
ejemplos de obras de este estilo del periodo Heian, posiblemente porque como
partes de un edificio estas eran descartadas con este en su momento. Eran mas
una decoración utilitaria durante este periodo aunque esto cambió en parte en
los siglos venideros. Algunos ejemplos de este arte pueden verse en museos de
todo el mundo, como el Metropolitano de Nueva York.
Resumiendo un
poco, este periodo llevó al arte japonés a cumbres nunca vistas anteriormente.
Literatura, poesía, pintura y otras artes florecieron al amparo de la corte
imperial. Fue un periodo de paz, pero de una paz conseguida a costa de
olvidarse del país y dejarlo en manos de los gobernadores, y esto terminaría en
un periodo de conflictos que veremos mas adelante.