Si, habéis leído bien. Japón tiene desde hace décadas la
extraña costumbre de crear cantantes o grupos que “no existen” en el mundo real
y que venden discos, y no pocos. Llegando actualmente al extremo de tener
incluso una cantante completamente virtual con voz sintetizada por ordenador
que hasta ¡hace conciertos en directo!
¿Cómo es esto posible, están locos o qué?
Bueno, un poco puede que si, y en parte no. Veamos un
poco de donde salen estas cosas y pongamos las cosas en perspectiva.
Todos sabemos más o menos que en Japón el mercado de la
animación es grande, o mejor dicho: enorme. Al contrario de lo que ocurre en
occidente, el mundo de la animación ha buscado un mercado de todas las edades y
no se ha quedado estancado en un mercado exclusivo para niños de corta edad. En
occidente pensamos que la animación es algo exclusivo de niños, y además para
niños de corta edad. Esto ha ido cambiando en tiempos más o menos recientes,
aunque algunos visionarios ya vieron esto hace décadas. Por ejemplo podemos recordar
la película de animación occidental “Heavy Metal” de 1981
En occidente la explosión de la animación como género que
podía ser también para adultos llegó de la mano de la legendaria película
“Akira” de Katsuhiro Otomo en 1988.
Mientras tanto, en Japón en la década de los 80 también
surgieron dos franquicias en el mundo dela animación que marcaron un antes y un
después tanto en ese género, como en la relación de la música con este género.
Hablo de “Mobile Suit Gundam” que vio por primera vez la luz en 1979 (serie que
merece una entrada por su enorme extensión y que sigue viva a día de hoy) y en
relación con la música sobre todo la saga “Macross”
En esta serie, los grandes robots, naves espaciales y
demás parafernalia iban unidos a la aparición en las diferentes reiteraciones
de la misma de diferentes protagonistas que interpretan música. Esta música no
es la típica basurilla encargada a dos amigos para meter relleno en la serie,
sino que tenía una gran calidad por méritos propios.
Así nos encontramos en la serie Macross original de ”Chō Jikū Yōsai Makurosu” a una de las protagonistas con el nombre de Lynn Minmay. Y aquí entramos también en una cuestión donde entraremos en otra ocasión: Los seiyuu o “dobladores”. En el caso de este personaje se eligió a Mari Iijima, una popular dobladora y cantante que compuso y cantó varios de los temas de esta serie. Ojo que no hablamos de una cantante “del montón” sino de una artista que a día de hoy lleva editados más de 25 discos. Muchos presumen de artistas con dos o tres.
La cuestión es que empezaron a venderse no solo discos
con música de la serie (algo muy usual en Japón, se venden bien) sino que
aparecieron discos con canciones cantados por esta cantante, pero no se vendían
como “cantados por Mari Iijima”, sino por su personaje Lynn Minmey. En
ocasiones aparecen ambos nombres en algunos discos, pero en otros casos solo el
del personaje ficticio. Algunos de esos temas se han convertido en iconos de la
cultura japonesa del anime de forma indiscutible
Los enlaces de vídeo los pongo a riesgo de que
desaparezcan, pero podéis buscar otros fácilmente.
Esto no se quedó aquí, sucesivas reiteraciones de esta
saga produjeron nuevas cantantes e incluso grupos. Por ejemplo “Fire Bomber” en
Macross 7 o en Macross Frontier donde la prestigiosa compositora Yoko Kano creo
a las cantantes “inexistentes” Sheryl
Nome y Ranka Lee. Nuevamente la elección obvia para darles voz fue buscar
simplemente a cantantes ya existentes, que por cierto ya vendían bien sus
discos.
Este fenómeno no se limita a esta serie, hay otras
pensadas exclusivamente en este sentido donde los discos puestos a la venta se
cuentan por docenas, por ejemplo una serie inspirada en el mundo de las idol
“The Idolmaster” que lleva más de una década “dando guerra” y con más de 30
discos recopilatorios en el mercado. Pocas bromas al respecto, al menos en el
sentido comercial
Pero en mi opinión lo más “raro” ya tuvo su profecía en
una de las reiteraciones de la saga Macross, concrétamente en una creada para
su venta directa en vídeo: Macross Plus
En ella aparece una “idol virtual” llamada Sharon Apple.
Un ordenador “con sentimientos” capaz de crear música, cantar y presentar
conciertos espectaculares. No vamos a entrar en el argumento, pero la idea de
la “cantante artificial” era una fantasía en 1994, que dejó de serlo en el
2007.
En ese año la empresa Crypton Future Media
http://www.crypton.co.jp/
Especializada en la creación y venta de bancos y efectos
de sonido creo para el programa de Yamaha “Vocaloid” un banco de sonido al que
llamó “Hatsune Miku” basado en la voz real de la cantante y dobladora Saki
Fujita. Pocos podían imaginar que este “invento” se convertiría rápidamente en
un fenómeno de masas.
Youtuve convirtió en viral la idea de una “muñequita” con
voz artificial que se extendió como un incendio sin control. Hatsune Miku se
convirtió de una “ocurrencia” en un fenómeno que vendía videojuegos, discos y
lo que se os ocurra. Para la misma compañía Cryton fue algo de la desbordó, en
el 2007 el banco “Miku” ya facturó por un valor de más de 57 millones de yen.
Esto ha evolucionado con los años alcanzando una síntesis vocal de más calidad
y diferentes tonos de voz. Seguro que una búsqueda simple en Youtuve os va a
dar fácilmente más de cuatro millones de resultados. No solo eso, tiene su
propio canal oficial en Youtube
Canal Oficial Youtube Hatsune Miku
Los números casi asustan. Más de 900 CDs de música
diferentes (no, no bromeo). Parafernalia como peluches, figuras de todo tipo e
incluso conciertos en vivo, a este personaje le siguieron otros con diferentes voces.
Las cifras hablan por si mismas. Con este banco se han
creado más de 100.000 canciones, más de 170.000 vídeos de Youtube. Su cuenta de
Facebook tiene casi dos millones y medio de seguidores
Lo normal si nos pilla esto por sorpresa es llevarnos las
manos a la cabeza y soltar un “pero que….”, o un “el mundo se va a la porra”
¿Qué pasa, que hasta nos vamos a cargar la música, a los
cantantes, es el fin del mundo?
No, no es el fin del mundo. Al menos si eso ocurre no
será por culpa de Hatsune Miku, ni de ninguna otra cantante que no exista.
Analicemos esto con un poco de calma y perspectiva.
La música es un mercado, eso lo sabemos todos. Hay cosas
para todos los gustos y algunas son mejores y otras peores. A menudo eso de que
sean mejores o peores es algo subjetivo pero en general aunque la música es un
arte, también es un negocio, y si algo saben los japoneses a la hora de hacer
negocios, es sacarle jugo hasta a las piedras.
El tema de cantantes “de fantasía” que son animaciones
hace que cantantes vendan no solo por su imagen o música, sino que esta se
asocia además a una serie que aumenta sus ventas. Nadie pone en duda la calidad
de las composiciones de John Williams pero ser sinceros ¿Cuántos conoceríais la
“Marcha Imperial” sin las películas para las que se hicieron?
El compositor podría haber escrito esas obras sin película,
y habrían tenido solo una pequeña fracción del impacto que tuvieron. La música
y las canciones asociadas a películas, y en este caso a series de animación,
películas o videojuegos tienen ese plus añadido que hace que sean más conocidas
y se vendan mejor. En Japón parece que muchos cantantes son más pragmáticos y
si un disco donde aparecen se vende muy bien, y su nombre solo aparece en el
libreto interior y no en la portada es algo que no les molesta tanto. Como ya
lo dijo el literato francés Octave Mirbeau en 1903 “Los negocios son los
negocios”. De hecho en relación con la animación en Japón, es usual que grupos
o cantantes de prestigio y grandes ventas hagan temas para estas series y que
vendan el single son solo el nombre de la serie o con el suyo en segundo plano
Pero ¿alguien cree que se pueden vender cientos de discos
con la voz de un programa pulsando un botón? Obviamente la respuesta es
negativa.
Detrás del fenómeno de Hatsune Miku no solo está la
novedad o la popularidad que te puede dar internet. Detrás hay cientos de
talentos trabajando. Unos componiendo temas, otros programando los bancos de
sonido, los animadores, grafistas, coreógrafos, músicos (porque la música a
menudo está interpretada con instrumentos reales). Al final son cientos si no
miles de personas aportando de forma más o menos anónima su talento y trabajo
en un producto. Si ese producto se vende pues mira, será porque su trabajo no
es tan malo.
Pensar por un momento en las posibilidades. Supongamos
que eres un compositor con cierto talento, pero el mercado está cerrado a menos
que tengas un nombre. ¿A quién vas a proponer tus temas si ningún cantante que
tenga cierto éxito va a querer arriesgarse contigo? Pues por un precio bastante
modesto en comparación con el equipamiento y software que vas a usar a nivel de
aficionado (hablamos de unos 300 € más o menos) tendrás el software con una
selección de bancos que te permitirán con algo de ayuda poner tus temas
interpretados por una de estas divas virtuales en las redes.
No vamos a entrar a detallar las bondades del producto,
eso queda para los comerciales de Yamaha y de Crypton Media, solo indicar que
los que hacen eso no ponen sus temas de entrada por “tema tocado y escrito por
Pepito”, sino que usan el nombre de Vocaloid y de Hatsune Miku y sus compañeros
digitales, y eso es un imán de visitas. Luego falta ver si tu canción o
composición realmente tienen éxito, pero la ayuda a la difusión no se puede
negar.
De hecho el fenómeno ha llegado a tener un camino inverso
al que se podría esperar. Podemos entender que se hagan versiones de temas
conocidos para vocaloid pero ¿y si os digo que hay bandas como Wagakki band que
versionan temas compuestos para vocaloid?
Y no es solo que aparezca en lugares más o menos
especializados, es que puede aparecer en Japón en anuncios, programas de TV,
videojuegos, carteles haciendo propaganda. Si por la calles de Japón os
encontráis con ella, no penséis que es algo muy raro
Esto es a día de hoy. No sabemos si dentro de una década
la síntesis vocal será de tal calidad que no podamos distinguir fácilmente de
una voz real en el campo de la música (posiblemente pase). Tema diferente es
como cada persona canta y las particularidades de cada cantante, pero cara al
futuro entre esto y la animación 3D en tiempo real no debería sorprendernos de
que sigan apareciendo este tipo de “idols virtuales” por así decirlo.
No se cansan, no cobran, no engordan, no crecen, no
protestan. Claro que la calidad y el arte tendra entonces venir de otro lado.
No es algo que tengan que temer los músicos, sino una nueva oportunidad para
creadores. ¿Cuánto pagarías tu si fueras un compositor amateur porque una gran
estrella cantase tus canciones?